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Nos han educado para vivir en una sociedad con parámetros equivocados. El ser humano es distinto de como no lo quieren mostrar todos los sistemas, incluso el judeo cristiano, sobretodo el judeo cristiano, y por eso el legado que queda de ello son los estados de insatisfacción que a menudo nos intranquilizan. Nuestro deber es rescatarnos a nosotros mismos y vivir cada instante, el mejor. Néstor González. Sentencias 2010

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La Relevancia Contemporánea de los Sofistas. [ La Filosofía Próspera ]

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LA RELEVANCIA CONTEMPORÁNEA DE LOS SOFISTAS


Néstor Orlando González Gámez[1]
Bogotá, Mayo 28 de 2011


En recientes publicaciones sobre la realidad política nacional colombiana el periodista Alfredo Molano Bravo de “El Espectador” refiriéndose a José Obdulio Gaviria, ex asesor del Ex presidente Álvaro Uribe Vélez, tituló un artículo con la sugestiva denominación de: José Obdulio, el sofista[2]. Para referirse a una persona no grata para la política nacional “maestro del sofisma”[3] asumiendo sofisma como argumento falaz,  y presentando al ex asesor como embaucador, tramposo y corrupto.

Lo anterior demuestra que todavía la palabra sofista es utilizada con la acepción que el desprestigio histórico le otorgó a este importantísimo como eminente grupo de filósofos de la antigüedad que eran los sofistas y para quienes los mismos filósofos y posteriormente, religiosos y políticos forjaron una imagen impropia y decadente. El sofista como “perverso relativista”, “astuto persuasivo”, “artilugista del lenguaje”, interesado y materialista porque al contrario de Sócrates, éstos cobraban por sus “enseñanzas”, persona a la que por todos los medios debía evitarse, debido a sus comportamientos “sofistas” podían defender tanto una postura, como la otra, para poder cobrar por ella.

Los fabulistas, los poetas, y muchos narradores se empeñaron en diferentes etapas de la historia en forjar construcciones didácticas para desestimar el aporte de los sofistas a la vez que consagraban a los que consideraban los filósofos verdaderos: Sócrates, Platón  y Aristóteles, aquellos de los que se valdría el incipiente cristianismo para poner piso intelectual a una religión débil y sin doctrina. La doctrina de la iglesia católica surge con el advenimiento de los llamados Padres de la Iglesia y de aquellos que lograron poner piso ilustrado a unas creencias milenarias de Ur de Caldea, difícilmente actualizadas en pueblos paganos muy interesados en el nuevo razonar que la filosofía les había heredado.

Serán Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, los más representativos, Agustín fortalecería el cristianismo adaptando la filosofía de Platón y Tomás haría lo propio con la filosofía de Aristóteles. Constantino fortalecerá y empoderará el cristianismo a puntos inusitados y esa marca judeo-cristiana regada como pólvora hasta el sol de hoy, habiendo pasado por la creación del Tribunal del Santo Oficio, la Contrarreforma, y otros sacrosantos tribunales, no podía hacer menos que desaparecer los prolijos aportes de diferentes tipos de filósofos, entre ellos, los sofistas

Tristemente para la verdadera esencia de los sofistas, todavía se sigue  empleando hoy la acepción torpe del término, como en el caso del periodista Molano Bravo o de Julio César Vega Olivares, otro periodista de México que sobre el asunto de la inversión privada en su país, expresa:

Se ha hecho aparecer a la inversión privada en materia eléctrica aún mas milagrosa que el “fósforo vitacal” elixir maravilloso que los merolicos de pueblo venden como cura para todo, desde un cáncer hasta un uñero.  Los tecnócratas de palabra infalible han declarado que invertir no es comprar por lo tanto la contraparte no vende, un razonamiento perfecto, podríamos decir brillante, impecable, cualquier sofista lo aplaudiría hasta las lágrimas, si no conociéramos la intención de fondo de todo este asunto[4]

Vega Olivares utiliza aquí el término sofista de la manera despectiva: frente a los falsos argumentos de los tecnócratas “cualquier sofista lo aplaudiría hasta las lágrimas”, como quien dice el sofista gozaría en ausencia de la verdad, en definitiva son tan nebulosos y volátiles estos filósofos que lo único que les importa es que se construyan discursos y que pasen por verdaderos así sean falaces y de ahí todo lo negativo que se pueda desprender, capaces de injuriar y de provocar inequidad si los argumentos prevalentes y adecuadamente distorsionados así lo consiguen, con esta mala publicidad, difícilmente los sofistas podrían llegar a ser de buen recibo en cualquier momento de la historia, de esa historia amañada y condicionada por intereses mezquinos ampliamente conocidos.

Nada más distante de la verdad y de la esencia de estos filósofos.  Por fortuna aunque menos leídos y difundidos por razones políticas obvias, hubo aportes notables de otros pensadores que en su momento  se atrevían a evidenciar que hablar de sofistas era postular conocimientos muy valiosos, dispuestos en una esfera de la ética y de la felicidad y el bienestar humanos. Erasmo de Roterdam en El Elogio de la locura, exponía en una época en donde se le hubiera condenado al fuego, lo siguiente:

Tengo el deseo de hacer un poco el sofista con vosotros. No hablaré  por consiguiente como esos pedantes que atiborran actualmente las cabezas de los niños con un sinfín de enrevesadas tonterías y que les enseñan a discutir con más obstinación que las mujeres[5]; en lugar de eso, imitaré a  los antiguos que para evitar el apelativo de sabios, muy desacreditado en aquellos tiempos, prefirieron llamarse sofistas, dedicándose a rendir elogios a los dioses y los héroes. Voy pues a dedicar un elogio; no será el de Hércules ni el de Solón; será el mío, es decir “El Elogio de la Locura”.[6]

Es decir, de acuerdo con la presentación que hace Erasmo, existen unos mal llamados sofistas a quienes se les atribuye la deformidad causada en las nuevas generaciones y aquellos verdaderos sofistas de tiempo antiguo, que se hacían llamar sofistas, frente al desprestigio de la palabra “sabio” de su época que en un acto de mayor sinceridad, preferían la elaboración de apologías, elogios y otras tareas que no condujeran a la “cerrazón” por conducto de asumir una u otra ideología, “imposible de sostener como única”, y por ende portadora de injusticia cuando finalmente se la impusiera.

La mala fama que ubica a los sofistas por muchos siglos a través de la historia, en sitio peyorativo, proviene en parte de las disertaciones que de ellos hacen Sócrates, Platón y Aristóteles que eran algo así como la principal oficina de prensa de los sofistas, comparable dicha oficina con la que pudieron constituir  los griegos respecto de los persas, pueblo, este último, inmensamente sabio y dotado de conocimientos pero enemigo acérrimo de los griegos; en la batalla de Maratón, Mileto quedó arrasada y todas las colonias griegas de Asia menor debieron prometer acatamiento a los persas, tiempo después en los mismos enfrentamientos con los griegos, el macedonio Alejandro Magno, reduciría a los persas como pueblo; pero ya antes personajes como el sacerdote caldeo Beroso, habían entregado el legado persa a  los griegos ante una inminente decadencia de la civilización persa; a partir de ese momento los griegos que los difundirían hablarían de los persas desde sus afectos o mejor, desde sus desafectos,  casi siempre omitiendo la riqueza recibida de los persas a través de Beroso y otros sabios, y mostrándose ante la humanidad como la cuna de una nueva forma de pensar, aseveración falaz que será materia de análisis para otra oportunidad. El punto es que de alguna manera este fue el comportamiento de Platón y Aristóteles respecto  de los sofistas. Desconocer la plenitud de lo que de ellos recibieron, pero difundirlos desde su sesgada mirada, y “nombrarlos”, porque no había manera de ocultarlos, su huella había sido tan profunda, que era imposible borrarlos de los discursos filosóficos.

No hay que olvidar que Sócrates, Platón y Aristóteles, sobre todo los dos últimos fueron potenciados por las circunstancias de poder de su época y de las posteriores, haciendo que sus conocimientos se impusieran y difundieran por encima de los otros filósofos, incluso evitando esos otros filósofos que harían decaer sus tesis y afectarían los intereses que con ellos se promovían, Aristóteles fue preceptor de Alejandro Magno (el que redujo a los persas), y como ya se adujo  la débil religión cristiana, que se levantaría como base de poder, se fortaleció con la filosofía de Platón y de Aristóteles.  Muy imposible sería pretender que en esos momentos alguien fuera a hablar bien de unos filósofos que no exponían como verdades las que  los platónicos y aristotélicos, así que a los sofistas, a los cínicos, a los epicúreos, a  los hedonistas, les estaba reservado el peor de los escalones, mientras ellos primasen.

En la edad media era muy común que los intelectuales dijeran il magister dixi, "el maestro lo dijo" y cuando hablaban del maestro, se referían a Aristóteles. Es decir se  enseñó a esa población que la palabra de Aristóteles era la única verdad posible y hoy bien conocemos cuanta distancia hay de ese precepto a la luz de los nuevos aportes de la filosofía con Hegel, Bachelard, Wittgenstein, etc. Así las cosas Sócrates, Platón y Aristóteles han sido denotados por encima de los sofistas y los sofistas inmerecedores de su caricaturesca posición filosófica, al punto que una navegación simple en la web permite encontrar aseveraciones como: "El sofismo fue muy criticado y corregido por los grandes intelectuales de la antigua Grecia, pero sobre todo por Sócrates, Platón y Aristóteles".[7]  

Soberbio pensar que Sócrates, Platón y Aristóteles, hayan "corregido", algo a los sofistas, al contrario aprendieron tan bien el manejo de la palabra que crearon sistemas completos con los cuales pretendieron descalificar a los sofistas y a todos los demás filósofos que no apoyaran sus tesis. Ellos, se hicieron a sí mismos unos grandes sofistas y en cuanto "el hombre es la medida de todas las cosas", Sócrates, Platón y Aristóteles se hicieron a sí mismos, con sus sistemas filosóficos, “la medida de todas las cosas” para su pueblo, trascendiendo posteriormente a buena parte de  la humanidad, a través de sus seguidores, quienes los encumbrarían como verdad suprema al ritmo de sus intereses y conveniencias, haciendo perdurar en la mayor parte de la historia, las ideas de estos tres filósofos, como el saber supremo y universal.

No hay que confundirse, ni seguir la cuerda de las mayorías. Una cosa son las circunstancias y los intereses que pueden hacer parecer más cierta una verdad que otra y otra muy distinta la verdadera profundidad que reviste a cada uno de los filósofos que han aportado a la humanidad, como es el caso de los sofistas. Debemos aprenderlos a ver con profundo respeto y reconocer aquellos elementos que los hacen no sólo únicos sino muy valiosos en su aporte a la búsqueda de la verdad.

Más aventajado del trabajo de los sofistas, resulta Hegel,  quien en el decir de los estudiosos: “Debe reconocerse a  este filósofo, particularmente a su libro Lecciones Sobre Historia de la Filosofía, publicado en 1833, el mérito de realizar el primer gran esfuerzo por reinterpretar el papel de los sofistas”[8]. Otros filósofos, como: F.C.S. Schiller,  Werner Jaeger o el reciente Cristóbal Holzapfel, hacen más visible y menos ambiguo, el aporte sofista.

Hegel afirmará que “los filósofos de la ilustración son los sofistas de los tiempos modernos”[9] Considerando el aporte del oscuro Hegel queda una ventana para inadmitirlos como grandes filósofos, más el consenso del análisis lleva  a asumir que Hegel se refería  a que sobre ellos recae la mayor profundidad y seriedad en la tarea que deja la filosofía y por ende en los aportes que este grupo de filósofos ha legado a la humanidad, entre los cuales destacan: el reconocer la imposibilidad del conocimiento, la prevalencia del lenguaje, el valor de los consensos, el arte política y por supuesto para que todo esto funcione, la urgencia de la educación.

Jaeger ha señalado respecto de la educación concebida por los sofistas que es el papel central y el eje del humanismo. Refiriéndose  a Protágoras señala: "No todos los sofistas alcanzaron una alta concepción de su profesión. El término medio se daba por satisfecho con trasmitir su sabiduría. Para estimar con justicia el movimiento en su totalidad es necesario considerar sus más vigorosos representantes. La posición central que atribuye Protágoras a la educación del hombre caracteriza al designio espiritual de su educación, en el sentido más explícito, de "humanismo".[10] 

El aporte a la educación que hacen los sofistas no es un paliativo, es un elemento neural en el quehacer social y cultural del sofista. En los Discursos dobles, el sofista desconocido, relacionado por Mondolfo, el filósofo refiere: “Ahora bien, creo que corresponde al mismo hombre y al mismo arte, ser capaz de un debate con preguntas y respuestas, lo mismo que conocer la verdad y saber juzgar rectamente y conocer el arte de componer discursos y la capacidad de pronunciarlos”[11].

En cuanto que el hombre es la medida de todas las cosas, y tanto existen discursos para ponderar sabiamente una cosa como su contraria, así como sus colaterales, el conocimiento como tal esta velado y la palabra no logra comunicarlo. Un hombre afirmará como propio con toda veracidad, esfuerzo y voluntad, lo que otro con el mismo esfuerzo, veracidad y voluntad mostrará como impropio, para lo cual lo único que es evidente es la urgencia del consenso. Ponerse de acuerdo sobre los elementos fundamentales del cotidiano vivir, a fin de evitar una hecatombe y regirse por ella. Ese es el valor de la ley y el respeto consecuente que por ella hay que tener. Pero a la ley y a su dominio, no se llega per sé, para ello se impone la educación, para que el individuo sea capaz de conocer esos consensos y conociéndolos y sabiendo la esencia que conforma al hombre en su cultura, logre vivir sabiamente, en paz y bienestar.

El mundo moderno cada vez se acerca más a lo dispuesto por los sofistas y se refleja en las Constituciones de los países  que así sea en teoría, (porque en la práctica continúan en letra muerta muchas de ellas), intentan  ser más incluyentes, diversas, no confesionales. Del mismo modo lo reflejan los mayores consensos planetarios del momento como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional, según lo dispuesto en la primera  y segunda Conferencias Internacionales de Derechos Humanos, la primera realizada en Teherán  en 1968, que proclamó la indivisibilidad de los derechos, a partir de una perspectiva global y la segunda en Viena en 1993, que reafirmó el carácter universal de los derechos humanos como incuestionable y ratificó la  indivisibilidad e interrelación de todos los derechos humanos.

En razón de lo anterior no es de extrañar que la educación sea cada vez más diversa y obedezca a muy diferentes maneras de asumir al hombre en su ambiente, siendo plurales los modelos pedagógicos, que a su vez reflejan en sí mismos paradigmas con los que se profiere el discurso de la educación, según el contexto que se pretende o en el que ya se está inserto. Desde la escuela Pestalozzi, hasta la Merani, pasando por las apropiaciones pedagógicas de la Montessori y las nuevas tareas innovadoras que en Colombia y en otros países, reflejan una manera distinta de educar tal como se refleja en los modelos de la Escuela Pedagógica Experimental  o del IPAG o en las renovaciones propuestas por el ya legendario Paulo Freire o los aportes que devienen del pensamiento complejo de Morin, las inteligencias múltiples de Gardner, la inteligencia emocional de Goleman o la inteligencia creativa de Sternberg, entre otras.

Pese a ese abundante como exquisito menú en el que se ha convertido la educación, todavía debemos hacerle frente a ésta como un derecho fundamental por extensión, que no logra ser surtido en toda la población por cuanto prevalecen los intereses de las oligarquías y los grupos económicos de poder, esto no obsta sin embargo, para reconocer a los sofistas el habernos legado esa pluralidad y respeto por el hombre íntegro y feliz que la educación nos puede aportar.

Si algo tienen los sofistas es una gran profundidad filosófica tan importante que logran hacer desistir su vanidad, por medio de la cual podrían postular cualquier verdad, hacer lo que hicieron Platón y Aristoteles, crearse toda una maraña de conceptos y entelequias para meter allí al mayor número de ingenuos[12]. No. Lo primero que hacen los sofistas es reconocer que hay argumentos tan válidos para una cosa como para otra, el hombre es la medida de todas las cosas. Basta que se lo proponga y una persona podrá sostener por cierto lo que por mucho tiempo se tuvo por falso y viceversa.

El mejor aporte en este punto lo hacen los sofistas al plantearle a la sociedad esa debilidad para acceder al conocimiento y le invita a TENER RESPETO por el hombre y sus ideas, conduciendo a esa sociedad al CONSENSO. Usted puede pensar una cosa y aquél otra, y yo una muy distinta, pero no nos vamos a destrozar entre nosotros por mantener una u otra, entre otras cosas porque el que mejor persuada será quien imponga su verdad, y eso NO ES SANO, NI CONDUCE A LA FELICIDAD, lo sano es respetar las individualidades y ponerse DE ACUERDO en LO BÁSICO para que así se pueda vivir en armonía. Por eso es que es tan valioso para Protágoras el valorar la ley y la educación. Grandes muy grandes aportes de los sofistas. ¿Habremos de llamarlos seudofilósofos por hacernos tales aportes? por supuesto que No. Grandes filósofos, mejor aún Grandes sofistas (recuérdese que acogieron la denominación de sofista por lo desprestigiado que para entonces estaba el vocablo "sabio").

No puede admitirse de nuevo una mirada peyorativa hacia los sofistas. Todo lo contrario hay que mirarlos con admiración y aprender de ellos lo que por siglos mantuvieron ocultos Sócrates[13], Platón, Aristóteles y todos aquellos que pretendieron trazar una verdad en donde se desconocieran los aportes de esos y otros muy importantes filósofos, naturalmente sin  desconocer los aportes que todos los demás filósofos  desde la corriente más diversa, plural, similar, compleja o antípoda haya logrado hacerle a la humanidad hasta el sol de hoy. 

El capítulo de los sofistas no está cerrado y mantiene abierta la discusión sobre muy diversos asuntos, el primero de ellos su actualidad y su relevancia en el mundo actual, la imposibilidad del conocimiento, sus grandes aportes para la educación y la ley, y en todo esto la indiscutible preeminencia del lenguaje en el quehacer de la filosofía. Los que pregonaron su irrelevancia, después de haber dedicado toda su vida a su estudio, como Cratilo, uno de los preceptores de Platón, terminaron omitiendo palabras y reduciéndose al lenguaje kinésico y proxémico, al señalarlo todo con el dedo[14] como respuesta a su comprensión de que ningún conocimiento y ninguna verdad era apreciable por la vía del lenguaje.

Protágoras, Gorgias,  Pródico,  Hipias, Antifonte, Licofón, entre otros, fueron muy conscientes de estas realidades del lenguaje, y advirtieron en la retórica su mejor y más apropiado uso, es por eso que la imposibilidad del conocimiento en los sofistas no se deriva en momento alguno del desprecio que estos tuvieran hacia éste, todo lo contrario,  su profunda búsqueda y análisis los condujo a apreciarlo en grado sumo, solo que  resultó más honesto para ellos mostrar el lenguaje como inadecuado para el conocer,  dada la primacía del poder persuasivo, sobre algún otro factor, garante de una verdad universal sostenible.













[1] Director de Investigación y Documentos. Filósofo en el sentido pitagórico del término: “Amante de la sabiduría” Coordinador de Proyectos investigativos del sector académico en IyD. En Bogotá Colombia
[2] MOLANO BRAVO, Alfredo. José Obdulio, el sofista. “El Espectador. Bogotá 2011. Disponible en internet: http://www.elespectador.com/impreso/columna-249126-jose-obdulio-el-sofista Consultado mayo 17 de 2011.
[3] Ibid.
[4] VEGA OLIVARES, Julio César México. El grillo y el sapo. Columnas políticas anteriores. 2003. disponible en internet: http://www.imagenpolitica.com/editorialistas/vega_241103.html. consultado en mayo 17 de 2011
[5] Aún en la vanguardia de su época era predecible la ocurrencia de este comentario machista, si se considera que una "emancipación femenina" comienza a significarse sólo a finales del siglo XIX y toma legalidad jurídica internacional tiempo después con la "Convención sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer  en Asamblea General de la ONU en 1979 o con documentos ratificantes como la Cuarta Conferencia mundial sobre la mujer en Beijing  en 1997 en donde se  reafirmó el disfrute pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales por la mujer y la niña. Una lectura en contexto, marca la relevancia de Erasmo en cuanto logra poner al frente argumentos por los cuales la inquisición había quemado y mandado al cepo a muy ilustres filósofos, tristemente se aprecia que este problema de la mujer, no estuvo entre las ocupaciones de Erasmo.
[6] DE ROTERDAM, Erasmo. El Elogio de la Locura p 5. Disponible en internet: http://www.philosophia.cl/biblioteca/erasmo/Elogio%20de%20la%20locura.pdf.  Consultado mayo 17 de 2011
[7] DEL CID ROBLES Jesús Moisés Los Sofistas. En FILOSOFÍA septiembre 12 de 2006. . Disponible en internet: http://www.filosofia.mx/index.php?/perse/archivos/los_sofistas/ . Consultado mayo 28 de 2011
[8] Los sofistas: Los nuevos maestros de Grecia http://pioneros.puj.edu.co/lecturas/interesados/SOFISTAS.pdf
[9] Ibid.
[10] WERNER. Jaeger, Paideia. Los Ideales de la Cultura Griega. Fondo de Cultura Económica. México. 1967.  págs. 274-275.
[11] Discursos dobles, Sofista desconocido 7 y 8. En  MONDOLFO, Rodolfo. El pensamiento antiguo: Historia de la filosofía greco-romana desde los orígenes hasta Platón: Losada. Madrid. 1980. P 129 y 130
[12] Con el debido respeto también por Sócrates, Platón y Aristóteles, porque su legado es enorme, pero no único ni verdadero en todos sus principios.
[13] Quizá la imagen más noble difundida para Sócrates, se deba a en que no se le atribuyen escritos, así que su influjo mayor concurre en aquellos que tuvieron algún tipo de contacto con el filósofo, entre ellos Platón, lo cual sustrae a Sócrates de una escalada agresiva de mayor incidencia contra los sofistas, no así en quienes habiendo escrito algo lo han hecho perdurar hasta nuestros días.
[14] El discípulo de Heráclito, Cratilo: “concluyó por creer que ni siquiera se debe hablar; y se limitaba a hacer señales con el dedo, y criticaba a Heráclito por haber dicho que no es posible sumergirse dos veces en el mismo río: a su parecer no es posible ni siquiera una vez” (Aristóteles, Metafísica IV, 5, 1010ª) En MONDOLFO, R. El pensamiento Antiguo, p. 47. Cratilo que había sido discípulo de Heráclito estuvo entre los primeros preceptores de Platón y fue gran defensor del naturalismo del lenguaje. Platón dedica uno de sus libros al maestro y lo denomina con su nombre. En el Cratilo se hacen grandes disertaciones sobre el lenguaje y su relación con el convencionalismo y el naturalismo de los nombres.

6 comentarios:

NÉSTOR ORLANDO GONZÁLEZ dijo...

Bienvenidos a la reflexión sobre los Sofistas. Un diálogo nutrido nos espera. Felicidades

NÉSTOR ORLANDO dijo...

Este es un texto producido por solicitud de Filosofía Crítica de Concepción Chile

NÉSTOR ORLANDO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

También se constituye en un aporte al Foro de Filosofía Griega en Filosofía Rafael

Cabildo de la Comuna Nuevo San Francisco, Chipa. dijo...

Afirmar que" El...el cristianismo era una religión débil y sin doctrina.",demuestra mucha ignorancia sobre la importancia fundamental de la filosofía y doctrina religiosa hebrea. Repito mucha ignorancias, ya que el cristianismo es la continuidad y perfección del Judaísmo.

Cabildo de la Comuna Nuevo San Francisco, Chipa. dijo...

El cristianismo "una religión débil y sin doctrina." Esa afirmación es sumamente inicua, demuestra mucha ignorancia de la relación epitemologica, hermenéutica, histórica y mística, del cristianismo y el judaísmo, y delata desconocimiento grave e inmenso de la filosofía y doctrina hebrea.